lunes, 11 de mayo de 2020

Condesa de Bridgestone

La fabulosa condesa de Bridgestone contaba con noventa y tres años. Dormía del tirón y gozaba aún de una gran vitalidad. «Lo que no consiguió Hitler en el 39 no va a conseguirlo ahora un maldito virus», había afirmado a sus compañeros de asilo en Colchester. Sus actividades no se habían visto reducidas a pesar de la pandemia. Había ganado ya dos de las frenéticas carreras que se organizaban de la sala de televisión al comedor, las que el director tuvo de prohibir por las apuestas. Pero esa noche esperaba con tensión en su dormitorio, se jugaba toda su fortuna. A la señal convenida, alguien desconectaría el sistema de oxígeno del edificio. Ella había apostado por el madrugador Peter, el galés de la 314.
Al día siguiente sonrió satisfecha cuando bajó al desayuno y encontró la silla de Peter vacía. Cuando, instantes después, vio aparecer al anciano coronel Wallace en su silla de ruedas con los títulos de propiedad de varias posesiones sobre sus rodillas.

2 comentarios:

  1. Inquietante. Hilando fino. Bien, Óscar.

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  2. Nunca descuides los detalles en una residencia... Recuerda esto dentro de muchos años

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